Helder Ramirez Mazariegos

Helder Ramírez Mazariegos (June 16, 1998-November 16, 2025) lived a Guatemalan dream and an American dream.

Helder was born in El Chical, a village outside Cuilco, in the department of Huehuetenango in Guatemala, not far from the Mexican border, the son of Fidencio Ramírez and Delfidia Mazariegos. His childhood was spent on the farms and mountains of western Guatemala, learning how to grow and harvest corn, beans, and squash as well as other crops and farm animals. He learned wisdom and integrity from his grandfather, Reynaldo Ramírez. He loved to walk and to ride horses, to play fútbol and go on small adventures. While still a young man, he met a beautiful girl, Norayda López Reynoso, and soon they were a couple. From their love came their daughter, Alice.

As his father and grandfather before him, he traveled from his hometown to work in the United States. His life was miraculously spared twice on the perilous journey. Technically an unaccompanied minor when he crossed the border, he spent some time in Texas, but was eventually sent to Kalamazoo, Michigan. He first lived in a boys’ home. There, he made enduring friendships with both fellow residents and staff. He developed and recovered from bladder cancer. Aging out of the boys’ home, he was welcomed into the home of Bess and Will Fitzgerald, with whom he lived the next eight years. He was able to obtain a green card and work. And he worked hard. His diligence was recognized by his employers, and he was given complicated tasks to perform. He made friends wherever he was. He loved playing soccer and hanging out with friends, but also gardening (he was a farmer to his bones) and helping others out.

His hard work paid off. By age 26, he had earned enough to buy three acres of land, to build a house on one of them, and to send a truck down from the United States, while supporting Norayda, Alice, and his wider family. He was able to visit his family in Guatemala in December 2024 for the first time since he emigrated. He was known for his joy in life, his skill at so many things, his respect for all, and his love for his family.

In 2025, he decided to find a job that would allow him to spend part of the year in Guatemala. He booked a flight, but what appeared at first to be the kind of lumbar pain common to laborers turned out to be a return of a now virulent cancer. Many rallied around him, and many plans were made. Cancer proved stronger than anything but Helder’s faith in God, and he died on November 16, 2025.
Special thanks go to brothers Dauri and Reynaldo; Alex; Carlitos; Fredy and Fredy, Jr.; Maria Nuñez; cousin Juanito Ramírez; Mr. Andrew; Mr. David; Msgr. Leo Cartagena; Rick Neevel; Will and Bess; and to the staff at Bronson Methodist Hospital and Centrica Rose Arbor.

Helder is survived by Norayda Ester López Reynoso and their daughter Alice Maria Ramírez López; his parents Fidencio Odilón Ramírez Escobar and Delfidia Fidelina Mazariegos Escobar; his grandfather Reynaldo Izabel Ramírez Escobar; and siblings Dauri, Angelica, Reynaldo, Rolinda, and Belinda Ramírez Mazariegos. He was predeceased by his grandmother, Delia Escobar.

“Not my will, but thine.”

Helder Ramírez Mazariegos (16 de junio de 1998-16 de noviembre de 2025) vivió tanto el sueño guatemalteco como el sueño americano.

Helder nació en El Chical, una aldea de Cuilco, en el departamento de Huehuetenango, Guatemala, cerca de la frontera con México. Fue hijo de Fidencio Ramírez y Delfidia Mazariegos. Pasó su infancia en los campos y montañas del occidente de Guatemala, aprendiendo a cultivar y cosechar maíz, frijol y ayote, así como otros cultivos y el cuidado de animales de granja. Aprendió sabiduría e integridad de su abuelo, Reynaldo Ramírez. Le encantaba caminar, montar a caballo, jugar fútbol y emprender pequeñas aventuras. Siendo aún joven, conoció a una hermosa muchacha, Norayda López Reynoso, y pronto se convirtieron en pareja. De su amor nació su hija, Alice.

Al igual que su padre y su abuelo antes que él, viajó desde su tierra natal para trabajar en los Estados Unidos. Su vida se salvó milagrosamente dos veces durante la peligrosa travesía. Técnicamente considerado un menor no acompañado al cruzar la frontera, pasó un tiempo en Texas, pero finalmente fue enviado a Kalamazoo, Michigan. Primero vivió en un hogar para varones. Allí forjó amistades duraderas tanto con sus compañeros residentes como con el personal. Desarrolló cáncer de vejiga, del cual logró recuperarse. Al cumplir la mayoría de edad y salir del hogar de jóvenes, fue recibido en la casa de Bess y Will Fitzgerald, con quienes vivió los siguientes ocho años. Logró obtener su residencia legal (Green Card) y permiso de trabajo. Y trabajó duro. Su diligencia fue reconocida por sus empleadores y se le confiaron tareas complejas. Hizo amigos dondequiera que iba. Le encantaba jugar fútbol y pasar tiempo con sus amigos, pero también la jardinería (era un agricultor de corazón) y ayudar a los demás.

Su arduo trabajo rindió frutos. A los 26 años, había ahorrado lo suficiente para comprar tres cuerdas de terreno, construir una casa en una de ellas y enviar un vehículo desde los Estados Unidos, todo mientras mantenía a Norayda, Alice y al resto de su familia. Pudo visitar a su familia en Guatemala en diciembre de 2024 por primera vez desde que emigró. Era conocido por su alegría de vivir, su habilidad para tantas cosas, su respeto por todos y el amor por su familia.

En 2025, decidió buscar un trabajo que le permitiera pasar parte del año en Guatemala. Reservó un vuelo, pero lo que al principio parecía ser el tipo de dolor de espalda común entre los trabajadores, resultó ser el regreso de un cáncer ahora agresivo. Muchos se unieron para apoyarlo y se hicieron muchos planes. El cáncer demostró ser más fuerte que cualquier cosa, excepto la fe de Helder en Dios, y falleció el 16 de noviembre de 2025.

Se extiende un agradecimiento especial a sus hermanos Dauri y Reynaldo; a Alex; Carlitos; Fredy y Fredy, Jr.; María Núñez; su primo Juanito Ramírez; Mr. Andrew; Mr. David; Monseñor Leo Cartagena; Rick Neevel; Will y Bess; y al personal del Hospital Bronson Methodist y Centrica Rose Arbor.

A Helder le sobreviven su pareja, Norayda Ester López Reynoso, y su hija Alice María Ramírez López; sus padres Fidencio Odilón Ramírez Escobar y Delfidia Fidelina Mazariegos Escobar; su abuelo Reynaldo Izabel Ramírez Escobar; y sus hermanos Dauri, Angélica, Reynaldo, Rolinda y Belinda Ramírez Mazariegos. Le precedió en la muerte su abuela, Delia Escobar.

“No se haga mi voluntad, sino la tuya.”